LA FRASE INOLVIDABLE
A tres días de la Navidad, fecha en la que es tradicional querernos unos a otros, o al menos decir que nos queremos, e incluso hacer sinceramente lo posible por querernos, recuerdo una vez más la frase que leí no sé si en un libro, en un tebeo, en un periòdico o en una novela del Oeste, hace muchos años, tantos que debía de tener yo entre 10 y 12. Intenté comentarla con unos amigos de mi edad, naturalmente, pero todos me dijeron que no entendían la frase, que no sabían qué significaba, qué quería decir. Esta frase, cualquiera sabe por qué y còmo ha sido posible, la he recordado SIEMPRE. Cosas que me dijeron o que me sucedieron hace cuatro días, como quien dice, han pasado a mi reino del olvido; sí, claro, si me hablan del tema tan prontamente olvidado lo recuerdo en el acto; pero han de recordármelo o bien surgir en la conversaciòn de modo espontáneo, pues de otro modo jamás volvería a mi memoria.
¿Por qué recuerdo la lejana frase que ninguno de mis amigos y compañeros de correrías infantiles ya casi juveniles comprendió, por qué siempre la he recordado, por qué siempre he estado de acuerdo con ella? ¿Alguien puede darme una respuesta?
He aqui la frase:
TODOS SOMOS ISLAS GRITÁNDONOS UNOS A OTROS EN EL OSCURO MAR DE LA INCOMPRENSIÓN.