APAGA Y VÁMONOS
¿EL FIN DEL MUNDO?
por
Antonio Vera
Mi primer impuso al recibir la propuesta de escribir un artículo sobre el fin del mundo fue tomármelo a broma, lo que no era ningún despropósito, ya que se admitía esa posibilidad, o sea, recurrir al humor. Pero muy pronto acepté que no soy tan gracioso como para tomarme a broma un tema tan serio, y acto seguido pensé que en definitiva el fin del mundo no puede tener mucha importancia, habida cuenta de que si llega el fin del mundo no quedará nadie para contarlo ni hacer comentario alguno sobre tal suceso, y menos aún para sufrir. Esto está claro: si no existimos no podemos sufrir, y no menos claro está que si llega el fin del mundo, llegará también nuestro fin.
Siguiendo por este rumbo disparatado de pensamientos me dije que puesto que todavía no ha llegado el fin del mundo podemos aprovechar esta circunstancia para ser felices. Tal vez porque con frecuencia recuerdo una frase que leí hace tiempo, que dice así: Sé feliz y te sonreirá la suerte. Inmediatamente de leerla pensé: <Hombre, será al revés: si te sonríe la suerte serás feliz>. Pero no, claro que no, es infinitamente mejor ser feliz, y entonces seguro que te sonreirá la suerte…, empezando por la suerte de ser feliz, que no es poca suerte. De modo que concluí que yo no tenía miedo al fin del mundo, sino a la pérdida de la felicidad, y ello por lo dicho: si llega el fin del mundo no me enteraré, pero si pierdo la felicidad sí me enteraré…
Por fin, emprendí la ruta del pensamiento razonable y me dije que, simplemente, debía ponerme a escribir cosas sensatas que se me ocurrieran al respecto.
Veamos.
La primera pregunta sensata que me hice fue la siguiente: <Cuando hablamos del fin del mundo… ¿nos referimos al fin del planeta Tierra o al fin de la Vida en él?> Porque no es lo mismo, ¿verdad? Si del planeta desaparece toda clase de Vida esto no significa el fin del mundo, sólo el fin de la Vida en éste, como ya he dicho. Muy diferente sería si se tratase del fin del planeta, pues está claro que si éste desaparece también desaparece toda clase de Vida relacionada con él, y en ese caso no vale la pena preocuparse, como también he dicho. Así pues, decidí que cuando hablamos del fin del mundo se trata del fin del planeta, de su extinción, de su muerte, de su desaparición.
Pero… ¿morir el mundo, desaparecer el mundo, o sea, la Tierra?
¿Realmente podemos admitir que puede llegar el Fin del Mundo?
Pues parece ser que sí.
Precisamente no hace mucho leí un librito en el que se advierte a la humanidad que esté al cuidado, ya que se acerca el fin del mundo debido a un terrible planeta rojo que se está aproximando a nosotros a velocidad de locura y que no tardando mucho impactará con la Tierra y la hará trizas, la convertirá en polvo que se esfumará por todo el universo o al menos por el rinconcito de éste al que hemos dado en llamar Vía Láctea. Lo primero que pensé fue en qué consistía estar al cuidado, pues si se cumplían esos pronósticos de colisión de nada valdría “estar al cuidado”, pues poco –en realidad nada– podríamos hacer los humanos para evitar semejante catástrofe. Si tal cosa sucede por supuesto que podríamos decir adiós a la Vida. A la nuestra y a la de la Tierra, evidentemente. El autor del librito recurría a un insólito consuelo para los sobrevivientes: instalarse en otro planeta donde se vive mejor que en la Tierra, y aquí no ha pasado nada.
Qué bien. Pero claro está que enseguida encontré un par de “pequeños” inconvenientes. Uno de ellos era la muy remota posibilidad de que quedara ni un solo sobreviviente. Pero, en caso de que ocurriera semejante milagro, ¿cómo irían los sobrevivientes a ese otro planeta, fuese cual fuese éste, y cómo sabía el autor del librito que se vivía mejor en ese otro planeta que en la Tierra?
En fin, vamos a dejar ya ese librito tan ingenuo y bonachón y sigamos hablando en serio. Para hablar de estas cosas fantaseando ya tenemos nuestras novelas de Ciencia Ficción, en las que hemos escrito cosas mucho más insólitas que el choque o colisión de dos planetas. Esto me recuerda una de mis frases referentes a la Ciencia Ficción, que dice así:
Si es Ciencia, no es Ficción,
Y si es Ficción, no es Ciencia.
Entonces, digo, hablemos en serio.
Yo estoy deseando leer o conocer pensamientos ajenos al respecto, porque los míos habituales son de una simplicidad acongojante: no se me ocurre cómo puede ser el fin del mundo. Claro: que si guerras, que si epidemias, que si tsunamis, que si terremotos mil… Pero volvemos a lo mismo: eso probablemente acabaría con la Vida en el planeta, pero no forzosamente acabaría con éste. Tras toda la serie de percances y hecatombes que acabo de mencionar, la Tierra quedaría en silencio y posiblemente desfigurada, desaparecerían los mares actuales y se formarían otros, se hundirían unas montañas y emergerían otras, se extinguirían unas especies vegetales y… no, no aparecerían otras, porque la vegetación forma parte de la Vida, como los peces, las aves, los gusanos, el resto de los animales incluidos nosotros, y esos elementos ya hemos dicho que serían exterminados absolutamente.
O sea, nada de nada.
Sólo estaría el Planeta.
Un planeta sin más Vida que la suya propia.
Hasta aquí llego.
¿Qué clase de Vida sería la del planeta, por sí mismo y para sí mismo? ¿Podemos imaginarnos la Tierra con otra cara, con otra forma, con otros mares, y sin más ruidos que los suyos propios: volcanes en erupción, tormentas celestiales y marinas, fragores de toda clase, silencios aterradores…? ¿Podemos imaginarnos algo de esto?
Si se trata del Fin del Mundo, no hay nada que decir, puesto que nada queda, y si no hay nada ni queda nada ni nadie, ¿cómo y quiénes vamos a escribir sobre la nada? Por tanto, tenemos que escribir como si el Fin del Mundo crease algo que implicase una cierta continuidad o novedad que diese sentido al Fin del Mundo. ¿Que me estoy haciendo un lío? De ninguna manera. Reflexionemos. Si el Fin es total, apaga y vámonos. Si no es total, no es el fin del mundo, es (o sería) la transformación del mundo. De un mundo sin nosotros, no de un mundo sin el mundo. Que no, que no me estoy liando… Para mí está claro que si desaparece el planeta todo lo demás ni siquiera merece ser comentado. Bueno, tal vez sí. Claro, creo que por fin llego a la idea central y fundamental del tema, o sea, la múltiple pregunta básica: ¿cómo llegaría el fin del mundo, cómo se produciría, qué sucedería, qué podría provocar el fin del mundo?
Ya hemos hablado de guerras, tsunamis y demás; y no; de eso, nada. No digo que sea imposible, claro que no, pero es una idea a desechar. Hay que buscar una idea mucho más importante y sólida…, y yo la tengo hace ya mucho tiempo, dicho sea sin engreimiento ni nada parecido. Esto aparte de que tal idea puede ser absurda, pero como cualquier otra idea merece ser escuchada.
Veamos: ¿qué es lo que en el planeta mantiene la Vida y al planeta mismo?
Lo que sea tiene que ser básico, inamovible e imprescindible.
¿Y qué es ello?
La electricidad.
La electricidad, he dicho.
Mas no la electricidad que enciende bombillas y televisores, sino la electricidad vital. Ahora, pese a mi grandiosa ignorancia voy a tener la presunción de explicar a qué electricidad me refiero.
Me refiero a una electricidad o energía sutil que está envolviendo y empapando la Tierra y gracias a la cual existe la Vida, una electricidad o energía que lo empapa todo, incluida como ya he dicho y por supuesto la Tierra entera. Está en el aire, en las nubes, en los mares, en los bosques, en las montañas, en nuestra carne y en nuestra sangre, está absolutamente en todo dando energía y por tanto vida a todo, y sin ella, simplemente todo muere, todo fenece. Podríamos comparar esto con una pila vulgar y corriente de linterna, por ejemplo: si está cargada, funciona y la linterna da luz; cuando se descarga deja de funcionar, la linterna se apaga y la pila deviene en algo inútil e innecesario, podríamos decir que se convierte en algo inexistente. Consecuencia lógica, la linterna se apaga, como ya hemos dicho; la linterna o cualquier aparato que dependa de la carga de la pila. Pues bien: el mundo y todo lo que hay en él late y vive gracias a la electricidad o energía sutil que hay en la pila que llamamos Tierra. ¿Cómo es esta energía, esta electricidad, cómo se genera…? Ni idea. Pero esto es lo único que se me ocurre, lo único que a mi parecer podría ocasionar el fin del mundo: que la pila se agote. Esto puede suceder lenta y progresivamente, o bien de repente, como si alguien accionase el conmutador central de la luz de una casa y todo quedase a oscuras en ésta. O sea, el fin del mundo. Porque sin esa luz, sin esa electricidad, sin esa energía, en la Tierra se acabaría todo, empezando por la Vida y terminando por el propio planeta, que acabaría por pudrirse, disolverse y finalmente desaparecer convertido en nada en el inmenso universo…
Éste es el único fin del mundo que creo posible, pero me pregunto dos cosas. Una: ¿cómo y por qué se iría agotando la pila? Dos: ¿quién, qué, cómo… accionaría el conmutador de la luz para apagar ésta? ¿Qué o quién podría dejarnos a oscuras? Esto, en el supuesto de que sea posible accionar ese conmutador. Yo diría que no, y que por tanto la vida del planeta va a ser eterna y así nunca va a llegar el fin del mundo, que estará aquí para toda la eternidad.
Pero lamentablemente, ahora llega el momento de recurrir a otra frase mía que ya he publicado en otros escritos:
No hay nada eterno;
Ni siquiera la Eternidad.
BARCELONA, 30 septiembre 2012
Es el Misterio. Que interesante el desarrollo de estos pensamientos.
Comentario por jorge e. acuna — Octubre 2, 2012 @ 6:01 am
¿Cómo estás, Jorge? Sí, es el gran misterio, cabe suponer que nadie sabe exactamente el momento y la manera de semejante suceso.
Gracias por tu comentario.
Y un abrazo.
LOU CARRIGAN
Comentario por Lou Carrigan — Octubre 3, 2012 @ 4:21 pm