Lou Carrigan

REGALO DE CUMPLEAÑOS

Respecto a algunas personas que se supone tienen muchas y variadas experiencias suele decirse: "sólo le falta viajar en globo".

Yo era una de ellas. Hasta hace unos días y a lo largo de mi vida había viajado en tren, en barco, en autocar, en coche, en bicicleta, en avión… No recuerdo más. Ah, sí: en patinete.

Lo que sí sé es que tras viajar en globo todavía me queda mucho por viajar. Por ejemplo, en submarino, en helicóptero, en yate y en platillo volante.

Pero bueno, por lo menos he volado en globo, gracias al regalo de cumpleaños de mi familia. Yo creo que tiene su gracia que a los 76 años le regalen a uno un viaje en globo, aunque no sea para dar la vuelta al mundo en 80 días, sino un paseo de 5.000 segundos por el modesto espacio aéreo del Baix Empordà, en la provincia de Gerona, España, que tiene bellos paisajes que por supuesto fui fotografiando, de lo que aquí pongo sólo una muestra. Mi nieto mayor, David, me acompañaba, no sé yo si por gusto o por si el abuelito se desmayaba de miedo o sufría cualquier otro percance. Pero nada de nada. Ni me desmayé, ni me asusté. ¿Miedo? Ni acordarme de él. Ni por un momento se me ocurrió que el globo podía "pincharse" y caer más o menos rápidamente conmigo agarrado despavorido a la sólida cesta en la que navegaba. Salimos una flotilla de tres globos, y al regreso todo eran sonrisas y gestos cordiales. Para rematar la expediciòn, ya finalizado el viaje, nos llevaron a un típico restaurante a desayunar de un modo que podríamos definir como pantagruélico. Baste decir que rematamos el desayuno con champán.

¿Que cómo se siente uno yendo en globo? De maravilla y maravillado. Y en paz. Mi impresión era la de estar asomado al balcón de mi casa en la ciudad, sólo que en lugar de ver asfalto y coches a veinte o treinta metros por debajo de mí, veía campo y más campo a unos 700/1200 metros, y algunos bosquecillos respetados entre parcelas de tierra cultivada. Y hermosos pueblecitos de talante encantador.

Fascinante. Hermoso. Recomendable. Repetible.

Y no os digo más porque sería inútil: ésta es una experiencia que sólo puede conocerse y adquirirse yendo en globo.  

   

    

 

 

 Ya sé. Ya sé. ¿A qué viene poner en este artículo el título de 300.000 años en globo? ¿A qué presumir de esos 300.000 años volando cuando sólo he volado 5.000 segundos? Cosas de la memoria: mientras volaba me acordé de una novela que escribí en 1976 y que apareció en mi colección LA HUELLA en noviembre de dicho año. Y sobre la cual tengo que hacer una confesión: ignoro si los protagonistas siguen viajando, pero estoy seguro de que siguen amándose…

 

 

This entry was posted on Martes, Julio 27th, 2010 at 5:58 pm and is filed under Internet Avenue. You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.